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lunes, 29 de abril de 2013

EL AUTOR, LA INFLUENCIA Y EL YO- Por Ernesto R. del Valle


EL AUTOR, LA INFLUENCIA Y EL YO

La Influencia se asomó a la ventana con esa autoridad y prestigio invulnerables. Se acercó solamente para deleitarse de la belleza incomparable, que a esa hora de la mañana le ofrecía el mar, límpido y variable. Solamente le molestaba el graznido patético de las gaviotas glotonas, de plumaje blanco y sucio. Pero ese detalle no fue motivo para impedirle fijar la vista lo más lejos posible, allá, en el exacto punto donde coincidían el azul marino y celeste del horizonte.
El autor, sentado en cómoda poltrona miraba a la Influencia. Recuerda que la conoció a través de las tantas lecturas en su formación, cuando era jóven y la juventud sin experiencia cae en las redes influyentes donde  quedan atados, muchos, para el resto de sus días, agonizando en aguas ya conocidas, pataleando en lodos de otros, perdiendo su verdadera identidad, su amor propio o lo que ahora llaman modernamente, autoestima.
Y así estaban ambos, Autor e Influencia, cada cual en su estuche de falsa perfección, la una mirando horizontes  marinos matizados por graznidos de gaviotas sucias y el otro, sentado como un convaleciente de extraña enfermedad, deglutiendo sus memorias, dolido al no poder determinar por sí una metáfora, un giro idiomático, la valoración de su sintaxis, si no es de manos de la Influencia que ahora tenía delante de sí. Ella libre, él sujeto a sus cadenas invisibles, a veces necesarias, otras no tantas pero siempre un lastre para el vuelo y el renuevo personal.
El Yo del autor saltó de repente al centro de la sala y sacando una pistola siniestramente inmaculada comenzó a descargar contra la Influencia certeros disparos llenos de razones, haciendo blanco en el centro del pragmatismo del que siempre hace gala toda toda Influencia que se respete.
El Autor, quieto en su sillón, sintió un calor desconocido reptando en el interior de su pecho. Tuvo la certeza de que había acabado de solucionar de una vez por todas su personalidad y estilo de vida. Se puso de pie, fue  hacia la ventana, pasó por encima del cadáver de la Influencia y con su Yo de la mano, se lanzó por la ventana para volar hacia el el incierto pero hermoso horizonte celeste y marino, jamás soñado.

Por  Ernesto R. del Valle


              Ernesto R. del Valle
         Editor Revista GUATINí
        
...y tal parece que ondea
en su cuerpo, mi bandera
cuando el sol de primavera
en su plumaje chispea.
PARA ACERCARTE AL ARTE Y LA LITERATURA
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